jueves, 23 de mayo de 2013

Ciudadanía y escuela. El aprendizaje de la participación.




 El artículo plantea el tema de la escuela como lugar que proporcione una formación social, ciudadana y política a los niños, para que en un futuro puedan desempeñar plenamente estas funciones. Se busca que sepan reflexionar sobre ciertas situaciones, y elijan la consecuencia que sea más favorable no solo para el bienestar propio, sino también para el de todos. Se busca el pensamiento reflexivo, crítico, el pensamiento propio, autónomo del cual posteriormente todos nos podamos beneficiar de todos.
Uno de los errores comunes que se tiene en la escuela es el de infravalorar a los niños. Estos desde el momento en el que nacen se ven inmersos en la vida social y adquieren ciertos conocimientos sobre economía, política, poderes, moral... De lo que peca la escuela es de infravalorar a sus alumnos, de pensar que hay que enseñárselo todo y son unas tabula rasa sobre la que debemos empaparles de todos nuestros conocimientos. Pero no es así. Los niños ya poseen conocimientos y debemos trabajar sobre el aprendizaje significativo, debemos impulsarles, motivarles y animarles a seguir avanzndo, y no sobreponiendo nuestros conocimientos a los suyos mostrándoles, de forma indirecta, que no saben nada.

 Por otra parte creo que deberíamos cuestionarnos acerca de la motivación que los alumnos tienen a la hora de realizar un trabajo. En nuestro sistema actual basado en buscar la máxima nota individual, los alumnos pueden realizar trabajos con el fin de conseguir esa nota y no de lograr adquirir ese conocimiento o ese enfoque reflexivo que buscamos en ellos. Un alumno puede conseguir la máxima nota de la asignatura simplemente completando a la perfección las tareas que le manda el docente pero, ¿lo está haciendo porque sabe lo que el profesor quiere ver? ¿O realmente ese trabajo que ha hecho, ha salido de un proceso reflexivo y un pensamiento interior y profundo? Y aquí creo que radica uno de los principales problemas, el fin que se le da a los alumnos para su aprendizaje. Pienso que si las notas fueran simplemente "bien-mal", "apto-no apto", quizás no conseguiríamos que los alumnos se motivaran para buscar el 10, probablemente algunos de ellos buscarían sacar el apto y no sacarle el máximo rendimiento a la actividad propuesta. Pero por otra parte, quizás conseguiríamos que los alumnos dejaran de lado buscar el 10 y se fijaran más en buscar el máximo partido al aprendizaje que pueden exprimir de esta actividad. Sacarían un verdadero 10 personal, y no uno ganado por la picardía o el automatismo de un robot (el cual hace perfectamente aquello que le pides, pero no te aporta ese toque característico humano, y propio del pensamiento racional).

 Los niños pueden ser muy listos, tienen una gran capacidad sensitiva que les permite saber qué cosas hacen que se ganen nuestra atención y aprobación, y qué cosas no lo hacen. Por ello, debemos buscar que desarrollen su propio pensamiento, y que no desarrollen el nuestro (aunque el nuestro sea el mejor, como guías no podemos caer en la "dictadura del aprendizaje" obligándoles a ser copias de nosotros). Si logramos esto, es probable que hayamos conseguido distintos pensamientos únicos y reflexivos, pero también es probable que los pensamientos de varios niños choquen y se generen disputas. Por esto, debemos fomentar también el respeto por el pensamiento, el respeto de opiniones y el debate como proceso comunicativo pacificador y que siempre debe enfocarse desde un punto de vista que busque el resultado más provechoso para la sociedad.

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