En este artículo se habla de los proyectos educativos,
del papel que juegan en el proceso educativo y de lo "marginados" que
se encuentran respecto a otro tipo de proyectos, a pesar de su eficacia
científica y psicológicamente probada. Se nos da una serie de pautas de lo que
es un proyecto y lo que no lo es, para que en caso de querer llevar a cabo uno
no entremos en errores y malinterpretaciones, además de los pasos a seguir para
realizar un proyecto. Además, se nombran los tres tipos de proyectos que hay:
científico (donde realizan actividades y experimentos como si fueran
científicos, dentro de sus posibilidades como niños), ciudadano (los alumnos
hacen de ciudadanos y se dedican a reflexionar y criticar desde su punto de
vista, diversos aspectos que les afectan o podrían afectarles en su vida diaria)
y tecnológico (los estudiantes desarrollan o evalúan un proceso o un producto
de utilidad práctica). Lógicamente, para ser pequeños científicos o incluso
ciudadanos los alumnos todavía necesitan muchos años por delante, pero este no
es el verdadero objetivo de los proyectos. El verdadero objetivo es lograr
despertar la reflexión y la curiosidad en los alumnos, proponiéndoles diversas
actividades que despierten sus sentidos, que los hagan moverse... y que además
les den cierto rol social como medida para que los niños se sientan más
"importantes". Se pretende además que junten y sepan capaces de
manejarse en estos tres roles, de manera que según la situación, puedan
aprovechar un enfoque u otro.
Para lograr esto, el profesor debe ser capaz de guiar al
alumno y por ello, debe estar reciclándose continuamente. Debe estar siempre
atento a los últimos avances, a las últimas tendencias, debe aprender por su
parte, mediante seminarios, charlas o lo que sea necesario. Solo de esta forma
conseguirá adquirir unos mayores conocimientos y experiencia y será un buen
guía para sus alumnos. Y al igual que haría falta agrupar una sociedad en
pequeños grupos para que fuera más fácil organizarse y administrarse, del mismo
modo se deben agrupar a los alumnos en clase para que todos ellos puedan ser
partícipes de esta forma de aprender.
Que realizar un proyecto en clase puede llevar sus
riesgos es algo que salta a la vista, pero al fin y al cabo cualquier otro tipo
de proyecto tiene sus riesgos, sus cosas buenas y sus cosas malas. Pero,
admitiendo sus dificultades y afrontando estos riesgos, esta enseñanza por
proyectos es el camino más seguro para un aprendizaje completo, profundo,
estimulador y gratificante. Gracias a su flexibilidad, su diversidad y su
capacidad por despertar al alumno la reflexión y la investigación, este tipo de
aprendizaje se puede considerar como una opción viable y realista para ayudar a
todos a acceder a una formación educativa de calidad, además de que al promover
el trabajo interdisciplinar y transversal del currículum, los alumnos podrán
trabajar diferentes capacidades y competencias. Otra parte buena es que todas
las actividades tienen coherencia, y que al final del proyecto, podrán
comprobar que absolutamente todo está conectado, y esto les resultará
gratificante e interesante. Finalmente, uno de los puntos que considero más
importantes de este proyecto es el de dar a los alumnos un propósito, el no
darles trabajos simplemente y ya está, sino darles un fin, un motivo para
trabajar. Consigue despertar al científico, tecnólogo y ciudadano que vive en
cada uno de ellos.
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